Habia decidido disfrutar al máximo ese verano pero como siempre el verano venia con sus ya inevitables "cosas que hay que hacer", así que en estas ultimas semanas me iba a dar el lujazo.
cogí un par de libros de esos que cuando lees la cubierta parece estar escrito, "libro apto para devorar en una tarde" y me senté al sol en una silla. (ingenuamente también pretendía captar todo el sol que no había tomado en este tiempo)
Elegí un libro de Reverte, uno bien gordo. uno cuya lectura justificara un verano. No es que no hubiera leído ningún libro en el verano, pero todos ellos habían sido interrumpidos en plena trama, dejando esa angustia y esa intriga por seguir leyendo. Este iba a ser distinto, ya pararía cuando yo quisiera.
propositos para el verano:
- leer un libro sin interrupciones.
- ir al cine de verano.
- aprender a nadar bien.
- este año si me pongo morena
- desayunar en la terraza todos los días.
- dormir viendo las estrellas.
- explorar rincones desconocidos
- comer sano.
- etc
- etc
- etc
- etc
y acabó el verano y no fui al cine, ni siquiera vi una película en la TV. sigo mas blanca que las sabanas de los anuncios de detergentes, me sigo ahogando en un vaso de agua y no he desayunado en la terraza.¿sacar todo para volver a guardarlo? mejor no.
finalmente conseguí cumplir una de ellas ¡me leí un libro sin interrupciones y con mucho postureo!
¿dormir bajo las estrellas? no gracias, ni siquiera las lagrimas de san lorenzo, que ganas de llorar ya me daba el seguir semana tras semana comiendo judías, porque si, comer sano también la cumplí.
Esta bien,seré sincera. no me leí el libro en una tarde, necesite un par de ellas. así que me senté en la terraza y en la paz que desprende septiembre leía. oía el murmullo de los pájaros, los piescos caer de los arboles y el sonido de la hoja de un dalle cortar la verde hierba. un sonido limpio y rápido de esos que envuelven la tarde y son parte de ellos.
entre la piel del tambor que me estaba leyendo y la tranquilidad que me daba, pensé en lo agradable que era aquello, no obstante, ya nadie segaba los prados a dalle. los grandes prados del ganado se utiliza maquinaria agrícola y los pequeños jardines han sucumbido a las segadoras- trituradoras de hierba, esas que tanto ruido hacen.
No. No va a volverse a oír el suave paso del acero en el aire mientras corta. ya no quedan segadores.
es algo en peligro de extinción. acabé el libro y una sonrisa cruzó mi rostro. ya tenia nuevo propósito de verano:
Papa quiero aprender a segar a dalle.
Risas y mas risas. No es algo habitual, no es algo fácil y me vas a dar mas que hacer que lo que me ayudas.
Papa quiero aprender... Prometo picar el dalle.
No aprendí a nadar, no me puse morena, no encontré un amor de verano, pero puedo decir que se segar un prado. Puede que me encorve mas de lo habitual porque me pesa el dalle, puede que se me escape de vez en cuando y lo clave en la tierra, pero puedo segar un carretillo de verde. y si le hago algún diente a la hoja, pásame la pizarra y lo arreglamos.